NECESITAMOS DE UNA RSE QUE TRACE EL FUTURO
Generalmente
cuando algo va bien o funciona, el instinto dice “mejor no cambiar”, y esto que
podemos ver expresado en casi todos los órdenes, no es la excepción en el
ámbito de la Responsabilidad Social de las Organizaciones.
En este sentido,
muchas empresas han logrado establecer objetivos y metas en ámbitos concretos
(particularmente, en el ambiental) fijando reconversión de procesos o reducción
de emisiones a 2020 o 2025.

En definitiva,
la lógica es simple: producir más, utilizando menos (recursos, packaging,
transporte, etc.), pero en un mundo que sólo piensa en generar nuevos productos
para los mismos (y nuevos) consumidores, la obsolescencia programada y el
consumo desmedido nos ponen en alerta.
Asimismo,
opciones de la llamada economía colaborativa, que provienen básicamente del
ámbito del emprendimiento (tecnológico y rural, entre otros) quieren dar
batalla a la forma tradicional de hacer negocios (ese business as usual que debería cambiar para 2050) y enfocan
soluciones hacia 2 de las 3 patas, de lo que llamamos el Triángulo de la
Sustentabilidad: la Ambiental y la Social.
Desde esta
visión, la RSE tiene a sus puertas una gran oportunidad de centrar sus energías
en consolidar nuevos caminos, orientados por este tipo de emprendimientos
colaborativos, y perfilando a sus profesionales a orientarse en estos desafíos
que la humanidad y el planeta están demandado, y por supuesto, las empresas.
2020 no es un
escenario ya muy lejano, las organizaciones requieren de nuevos talentos, con
nuevas ideas para iniciar un camino en el que ya no estarán caminando solas,
sino de manera compartida.
Por: Fernando Legrand @RSEOnline
Coordinador
Académico de CapacitaRSE
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